(debate abierto de aula...café...o la web)
Me quedaron dando vueltas en la cabeza unas
palabras referidas al fin del periodismo de Jorge Lanata en su programa radial. Se han anunciado tantos finales que a
esta altura, éste, parecería a simple vista ser uno más de los epígrafes.
Ahora bien. Es el fin mismo de la realidad como la conociste
vos, como la conocí yo. Lo anunció Jean Baudrillard, y antes que él (y citado
por él) por Jorge L. Borges. El momento en el que el mapa cubre todo el
territorio. En donde el signo pasa a ser lo verdadero y deja de referenciarse
en la realidad.
Así, el periodismo de cualquier grupo y factor se constituye
en una economía de signos hiperreferenciales. Las imágenes que nos muestra el propio Lanata son
contrapuestas con otras que muestran otros y lo que nos queda como audiencia, al
oyente, al lector es la mismísima nada.
Hubo una época en la que yo creía (mientras cursaba la
carrera de Ciencias de la Comunicación), en la que estaba convencido de que la
sociedad se dividía en dos: los que saben qué es lo que pasa, y los que no. Algo
así como pasaba en la cancha: “es para los que lo miran por TV” reclamaban los
que estaban en el centro mismo del acontecimiento. Ahora ya no. Ahora el
acontecimiento (lo que antes era real) y su representación (escrita, filmada o
como sea) son dos cosas distintas.
Baudrillard explica el atentado de 9/11 con esta lógica. Las
torres eran todo un símbolo, y los atentados (un hecho real) fueron el acto que
destruía ese símbolo. Ahora bien, el derrumbe de las torres gemelas se
constituyó (inclusive más allá de lo que pensaron sus gestores) en un acontecimiento.
Lo que era símbolo, una vez historizado, llorado y mistificado, fue constituido
en un hecho en sí, y adquirió una dimensión real que no es menor que la que el
símbolo mismo representó en algún momento. Parecía una película, recordás que era difícil distinguir
las imágenes puesto que no sabíamos si eran reales??? Podían serlo???
Incredulidad acerca de lo que le sucedía
a ese símbolo (indestructible en sí, o al menos en apariencia). Destruida
la estructura (no sólo del edificio, sino también del sistema mismo en el que
éste se instituyó como sinécdoque) se erige un nuevo símbolo (la debilidad –
fragilidad de todo).
Entonces bien, el periodismo es ya entonces esa economía de
signos en las que, como en toda esta rama de la ciencia social, lo que prima es
su valor de cambio. Así los hechos que vos narras, y los que narran otros
medios son símbolos de una nueva realidad que ya no se centra en un
acontecimiento. Todo esto me recuerda a “Inside Man” (El plan perfecto) en la
cual se simula un robo bancario que no puede ser condenado puesto que no hubo
robo (o sí?). Hay hechos para el periodismo, pero no hay hechos en los medios.
Los hechos de los medios son también autónomos de la realidad que pretenden
significar, y así, el genio nuevamente tenía razón: “todo es relativo”,
puesto que ya no hay absoluto, al igual
que Jorge sentenciara oportunamente.
El esfuerzo estará centrado entonces, para un nuevo tipo de
periodista, en des – cifrar esa hiperrealidad. No es esto lo que quieren los medios
k (la minúscula es adrede); desmitificar esa supuesta realidad del
multimedio? No es esto lo que hizo el creador de página /12
cuando desenmarañó los twiteros k? Es como tratar de desenmascarar una
conspiración que intenta borrar los hechos. Entonces no es que el periodismo
mismo (No los periodistas!!) está borrando los hechos. “Me lleva, me lleva el
pozo”, “Seguíme chango” decía José de Zer, e inauguraba una nueva era del
periodismo “ficcionado”. Prócer que advirtió que más allá de los hechos estaba
la historia, y que la historia, verosímil, tiene para el espectador el mismo
estatus que la verdad.